Segregación por Género
Esta reflexión surge tras ver en clase un vídeo en el que unas personas tratan al mismo bebé de diferente forma en función de si viste de azul o de rosa. Las diferencias de género no solo las experimentan los niños y niñas como veremos a continuación; sino que son los propios adultos los que categorizan a las niñas de una forma y a los niños de otra desde los colores hasta las actitudes. En el vídeo se ve como al bebé vestido de rosa se le trata de forma cariñosa, sensible, sin mucho movimiento, y se le dice que será entre muchas cosas más, una perfecta bailarina. Por el contrario, cuando al bebé se le viste de azul, se le trata de forma más brusca, con más movimiento, y se le dice que será un gran futbolista. Y ya no sólo los adultos hacemos diferencias en cuanto al comportamiento; sino que también lo hacemos en los primeros juguetes; a ellas castillos de princesas y bebés; mientras que a ellos juegos de construcción y superhéroes. Obviamente, si desde los primeros instantes de su vida nosotros mismos hacemos esa segregación por género; los propios niños y niñas también lo harán, saben lo que es de chica y lo que es de chico incluso antes de haber adquirido la conciencia de género.
El Género en Educación
Las diferencias de género en los más pequeños se observan en todos los ámbitos. En las escuelas infantiles, por lo general, los juguetes están divididos por género, de igual forma que están estructurados los catálogos navideños de juguetes. Debido a tantas evidencias, está claro que algo falla en la educación que se les da a los niños y niñas para que ocurra esta diferenciación en el género y para que ellos mismos juzguen por los estereotipos. Se les debe educar en una igualdad y equidad de género, empezando desde bebés. Los padres, madres y cuidadores son los que, en primer lugar, no tienen por qué tratar de forma diferente al bebé dependiendo de si es niño o niña. Todos deben recibir un trato igual de cariñoso, de activo, de juguetón y de delicado.
Las diferencias de género marcadas en la sociedad es difícil cambiarlas ya que se encuentran en todos los ámbitos como el económico, laboral, social, etc. Lo que sí podemos hacer y está en nuestra mano es la forma de educar a los niños y jóvenes en las escuelas. Se les debe educar haciéndoles ver la realidad que hay en otros países como Nigeria y África, donde la injusticia del género se ve incrementada. La educación debe ser la misma para niñas y para niños, por lo que es necesario educar en la igualdad entre géneros.
Además, no hay que descuidar el lenguaje que se usa en la sociedad, de manera casi inconsciente, donde reflejamos las actitudes arraigadas al sexo femenino y al masculino. No se sabe a ciencia cierta si el lenguaje cambia la sociedad o si, por el contrario, la sociedad cambia el lenguaje. Sea como fuere, debemos darnos cuenta de cómo nos expresamos para cuidar este aspecto. Como dijo también Nancy Raegan, ex primera dama de los Estados Unidos: “El feminismo es la habilidad de elegir lo que quieres hacer”, haciendo referencia al feminismo no sólo como un movimiento contra el rol de la mujer, sino de su propia integridad y capacidad de decidir su propia personalidad.
El Género en el ámbito profesional
Está claro que las mujeres y los hombres somos diferentes en cuanto a las habilidades biológicas, el físico, los órganos sexuales y que hay más mujeres que hombres dentro de la población, y, sin embargo, son los hombres los que ocupan la mayoría de los puestos de poder. Como dijo Wangari Maathai: “Entre más alto subas, menos mujeres hay”. Antiguamente los hombres lideraban el mundo porque, por lo general, son más fuertes físicamente, y por ello, eran los líderes, como en la época de los simios. Pero ahora, esta posición de los hombres sigue siendo así, aunque el mundo haya cambiado y ya no seamos simios. Hoy en día, para ser líder no hay que ser el más fuerte sino el más creativo, ingenioso, inteligente, etc. Sin lugar a dudas, tanto hombres como mujeres tienen las mismas probabilidades de ser líderes en cuanto a estas habilidades, la lástima es que la sociedad y el mundo no han avanzado en cuanto a la concepción del género. Se ha enseñado, e incluso se enseña, que los hombres son más importantes que las mujeres; y cuando las mujeres son ignoradas o menospreciadas, se sienten invisibles, tristes e infravaloradas. Las mujeres crecen en el silencio, sin poder ver la realidad que desean, son enseñadas para ser mujeres artificiales.
El Género más allá
Uno de los grandes problemas, es que el género es cosa de dos, de hombres y de mujeres. No solo basta con que las mujeres estén dispuestas a dar el paso y cambiar, sino que los hombres deben implicarse también. Y aquí viene el obstáculo; muchos hombres, no son conscientes de la injusticia del género y por ello, no hacen nada por cambiarlo, no piensan de forma activa en el género. A pesar de que las diferencias de género se observan en todo lugar y ámbito, algunos de ellos no se dan cuenta o no quieren darse cuenta, y dejan el mundo tal y como está. El problema del género es que indica cómo debemos ser en lugar de reconocer cómo somos. Si se hiciera de esta forma, todos seríamos más felices y libres, sin estereotipos fijados de masculinidad o feminidad. Las personas se deberían observar desde sus intereses y capacidades en vez de por el género.